"Con estos precios de la energía, las fundiciones no tienen futuro"

«No es un país para fundiciones». Fabio Zanardi, presidente de Assofond, ya resume aquí, al comienzo de su discurso en la reunión anual, el poco entusiasmo de la categoría. Un pesimismo inevitable, a la vista de las cifras del sector, que tras haber perdido doce puntos en 2024 tanto en cantidad como en valor, se encuentra, en algunos sectores, en los niveles de producción más bajos desde 1980. Una espiral descendente que continúa incluso ahora, con caídas del orden del 10 % en la producción y la facturación en el primer trimestre.

Ya no se trata de un hecho aislado, sino de una tendencia a largo plazo que afecta negativamente la competitividad de las empresas. La principal causa de la caída de la producción reside en los precios de la energía, también debido al efecto —explica Zanardi— de la continua distorsión de la relación entre la electricidad y el gas, a pesar de la presencia de una matriz energética que ahora cuenta con un 45 % de fuentes renovables.

«Una anomalía que nos penaliza —explica— y que crea una situación de emergencia. Porque si una empresa con un alto consumo energético, grande o pequeña, no tiene costes acordes con sus competidores internacionales, queda automáticamente fuera del mercado. Y mientras las fundiciones luchan por sobrevivir, los proveedores de servicios públicos registran beneficios récord».

La principal petición es adoptar medidas urgentes, en primer lugar el crédito fiscal, «la única medida que realmente ha funcionado y que ha restaurado la competitividad del sistema; una medida rápida, eficaz y específica». A continuación, y en perspectiva, desvincular las tarifas de gas y electricidad lo antes posible, una medida parcialmente lograda mediante el mecanismo de Liberación de Energía, pero aún bloqueada por las objeciones de la UE y no definitiva.

«La frustración es enorme —explica Zanardi— porque, aunque el problema se conoce desde hace tiempo, nadie hace nada. Y esto es humillante». Para un sistema, explica, que se olvida en las principales medidas, representado por «empresas que corren el riesgo de ser demasiado pequeñas para ser consideradas grandes consumidoras de energía y, por otro lado, demasiado intensivas en energía para ser consideradas pymes: ya ocurrió con el último Decreto Bollette y no podemos permitir que vuelva a ocurrir».